viernes, 12 de octubre de 2018

Nan


Porque para mí sos Nan. Y hoy hace 10 días que ya no estás por acá. Yo me enteré después de tu partida y recién hoy logro verbalizarla en palabras escritas en un papel para luego subirlas a un muro virtual que te habla.
Las escribo para robarte esa sonrisa cómplice y única que nos regalábamos cada vez que lográbamos sentarnos a plasmar en un papel todo lo que pensábamos. 
Y para recibir ese abrazo tan abrazo después del punto final de la tarea realizada. Me enteré a la distancia, desde la otra orilla del Río de la Plata y en una cama de hospital casi inmovilizada… 
Qué impotencia Nan… no poder salir corriendo  a escuchar esas cajas que seguro te acompañaban una vez más en la parada.
Pero en el momento que la noticia me llegó una amiga desde una radio me regalaba “bagualerita” de Spinetta en la voz de la Herrero… creer o reventar, era para mí, pero más, era para vos…
Te habías ido y yo sentía que la vida y la muerte decidían que hacían conmigo también…
¿Quién será que decide, la vida o la muerte?
Se fumarán un pucho, se tomarán unas cervezas, sopesarán los pros y las contras de la próxima partida, o tirarán una monedita al aire y será la suerte en definitiva la que decida nuestra suerte…
Quién sabe, y eso es lo bueno de la pila de años que se van acumulando:
Una distingue entre las preguntas que requieren encontrar una respuesta de las que solo tienen sentido en tanto y en cuanto sigan siendo preguntas sin respuestas.
Qué importa quién decide… Lo importante es decidir…
Como ese día que decidí caminar esas 10 o 15 cuadras desde la estación de Glew hasta la puerta de tu casa, donde me recibiste con esa sonrisa tan tuya, tan amplia con los perros dando vueltas por ahí y Mai revoloteando por el aire como una mariposa de colores en busca de excusas para seguir jugando y volando…
mirando todo con esos ojos tan grandes y esa mirada tan profunda, tan sabia…
Nos esperaba una reunión con mujeres no solo para hablar de cosas de mujeres,
de derechos de mujeres queríamos hablar, yo como feminista recién estrenada, vos como militante de la vida jugada al todo o nada, viviendo  a unos pasos de ese galpón comunitario que albergaba tantos ojos, tantos sueños, tanto dolor, tanta injusticia, tanta hambr, tanta esperanza de otro mundo es posible…
tantas ELLAS piqueteras en el transcurso de un 2002 que parecía al fin el principio de algo…
y ese encuentro, esa primera vez que se entrelazaron nuestras voces y nuestras miradas no parecía el primero, esa percepción al unísono del tipo  “nos conocemos de siempre”, de otra vida, que nunca dejó de ser el marco del camino recorrido,
eso que hacía que la última vez que nos habíamos visto estuviese ahí nomás a la vuelta de la esquina, sin importar los meses o los años que en realidad habían pasado…
era el sello de la atmósfera de los mates compartidos, la música y los libros disfrutados,
de tanta marcha y contramarcha de la militancia que nos llevaba la vida y la labia buscándole la vuelta al compromiso, a la forma, al contenido, a las ansias tan ansias de ese otro mundo tan posible desde donde nosotras lo mirábamos… soñándolo despiertas… casi que lo tocábamos…
el cine y esa cámara que de atrevidas nos animamos a agarrar para documentar los recorridos de esas ELLAS tan ELLAS, tan nosotras, tan todas… tan desvelo de nuestro sueño trasnochado…
Hoy pensaba si llegaré a conocer alguna vez a un ser más cálido que vos, más franco, más generoso, más esperanzador, más íntegro, más solidario…
tanto de más de lo que tanto escasea en la cotidiana…
y está claro que nada en tu esencia tenía que ver con la perfección, ni es desde la idealización de tu ausencia desde donde estoy hablando, que nadie se equivoque, lo que te hacía única era tu humanidad tan humana, la contradicción en carne viva, el quiero pero no puedo (lo que cuesta saber lo que se quiere y llevarlo adelante) y ese motorcito imparable que te levantaba cada vez llena de luz en esos ojos chispeantes que siempre tenían por delante un nuevo proyecto como estandarte…
admirable
tu último gesto para conmigo fue mandarme todos tus escritos, que atesoro, que leo y releo, entre risas y lágrimas, como un oráculo sagrado y que espero otros todos puedan leer y atesorar en poco tiempo, en breve, en nada…
mi último gesto para con vos son estas palabras, estas imágenes, como humilde homenaje por quien merece todo porque lo dio todo y mucho más.

Silvio lo dice más corto y, obvio, más lindo, como te gusta a vos:

"...hay otra dimensión desconocida
más fuerte que la muerte y que la vida,
más sustancial que el mundo y su belleza,
que nace y muere siempre donde empieza,
esta como se está, como se siente,
es más claro y más negro que decirlo,
que tratar de explicarlo,
por eso ya no sigo,
solo quise decir
que es tremendo estar viva..."




Yani - 10 de noviembre de 2011

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