jueves, 17 de junio de 2010

Ritual - Lispector


Ahí esta él, el mar, la más ininteligible de las existencias no humanas, Y aquí está la mujer, de pie en la playa, el más ininteligible de los seres vivos. Al formular el ser humano un día una pregunta sobre sí mismo, se volvió el más ininteligible de los seres vivos. Ella y el mar.
Podría haber un encuentro de sus misterios sólo si uno se entregase al otro: la entrega de dos mundos incognoscibles hecha con la confianza con que se entregarían dos comprensiones.
Ella mira el mar, y es lo que puede hacer. El sólo está delimitado para ella con la línea del horizonte, vale decir, por su incapacidad humana para ver la curvatura de la tierra.
Son las seis de la mañana. Sólo un perro libre titubea en la playa, un perro negro. ¿por qué un perro es tan libre? Porque es el misterio vivo que no se indaga. La mujer vacila porque va a entrar.
Su cuerpo se consuela con su propia exigüidad en relación a la vastedad del mar porque es la exigüidad del cuerpo la que le permite mantenerse caliente y esa exigüidad la que lo vuelve pobre y libre persona, con su parte de libertad de perro en las arenas. Este cuerpo entrará en el ilimitado frío que sin rabia ruge en el silencio de las seis horas. La mujer no lo sabe: pero está actuando con valor. Con la playa vacía a esa hora de la mañana, ella no tiene el ejemplo de otros humanos que convierten la entrada al mar en simple juego liviano de vivir. Ella está sola. El mar salado no está solo porque es salado y grande, y eso es una realización. A esta hora ella se conoce menos todavía que lo que conoce el mar. Su valor es el de, no conociéndose, proseguir sin embargo. Es fatal no conocerse, y no conocerse exige valor.
Va entrando. El agua salada es de un frío que le eriza en ritual las piernas. Pero una alegría fatal –la alegría es una fatalidad- ya la invadió, aunque ni se le ocurre sonreír. Por el contrario está muy seria. El aroma es entontecedor y la despierta de sus mas adormecidos sueños seculares. Y ahora ella está alerta, aun sin pensar, como un cazador está alerta sin pensar. La mujer es ahora una compacta y leve y aguda –y abre camino en la gelidez que, líquida, se le opone y que, sin embargo, la deja entrar, como en el amor en que la oposición puede ser un ruego.
El camino lento aumenta su valor secreto. Y de repente ella se deja cubrir por la primera ola. La sal, el yodo, todo líquido, la dejan por unos instantes ciega, toda escurriéndose -espantada de pie- , fertilizada.
Ahora el frío se transforma en frígido. Avanzando, ella abre el mar por el medio. Ya no necesita coraje, ahora ya es antigua en el ritual. Mete la cabeza dentro del brillo del mar, y retira una cabellera que sale escurriéndose toda sobre los ojos salados que arden. Juega con la mano en el agua, pausada, los cabellos al sol casi inmediatamente ya están endurecidos por la sal. Con el cuenco de sus manos hace lo que siempre hizo en el mar, y con la altivez de los que nunca se darán explicación ni a sí mismos: con el cuenco de las manos lleno de agua, bebe a grandes sorbos, buenos.
Y era eso lo que le faltaba. Ahora ella está toda igual a sí misma. La garganta alimentada se contrae por la sal, los ojos se enrojecen por la sal secada con el sol, las olas suaves la golpean y regresan pues ella es un obstáculo compacto.
Se sumerge de nuevo, de nuevo bebe más agua, ahora sin ansiedad, pues no necesita más. Ella es la amante que sabe que lo tendrá todo de nuevo. El sol se abre más y le da escalofríos al secarla, ella se sumerge de nuevo: está menos ansiosa y menos aguda. Ahora, sabe lo que quiere. Quiere quedarse parada y quieta en el mar. Así se queda, pues, como contra los costados de un navío, el agua golpea, vuelve, golpea. La mujer no recibe transmisiones. No necesita de comunicación.
Después camina dentro del agua de regreso a la playa. No está caminando sobre las aguas –ah, nunca haría eso después que hace milenios ya anduvieron sobre las aguas- pero nadie le quieta eso: camina dentro de las aguas. A veces el mar le opone resistencia tirándola con fuerza hacia atrás, pero entonces la proa de la mujer avanza un poco dura y áspera.
Y ahora pisa la arena. Sabe que está brillando de agua, y sal y sol. Aunque lo olvide dentro de unos minutos, nunca podrá perder todo eso. Y sabe de algún modo oscuro que sus cabellos escurridos son de naufrago. Porque sabe, sabe que corrió un riesgo. Un riesgo tan antiguo como el ser humano.

Clarice Lispector

lunes, 14 de junio de 2010

somos mundiales by yani

Me gusta el fútbol, me encanta el fútbol, desde chiquita, desde siempre, me apasiona el fútbol, me gustaba los domingos cuando mi viejo me llevaba a verlo en vivo, verlo en vivo es lo que mas me gusta. En su honor soy de River en Argentina y consecuentemente de River en Uruguay, doblemente gallina. Después con los años se complicó poder ir a verlo… la violencia se hizo presente, o mas visible y dejé de ir a la cancha como algo cotidiano.
Con mi amiga de toda la vida, jugábamos los sábados en el club, éramos nosotras dos contra el hermano y un amigo (1 año mayores) nosotras contábamos con unos once añitos… y les ganábamos seguido, muy seguido, tanto que el único pedido era que la noticia no se esparciera el lunes en el recreo de la escuela, íbamos todos a la misma escuela, y a nosotras tampoco nos convenía que se supiera mucho, asi nos evitábamos que nuestros compañeros nos dijeran “varoneras”.
En la semana, nos juntábamos con los vecinitos, vivíamos en un pasaje, dato a nuestro favor por que eso implicaba que no pasaba mucho tránsito… y yo tenía que disimular un poco el placer y el orgullo que me causaba que los chicos del barrio vinieran a buscarme para jugar.
Con el paso de los años a mis amigos y a mis novios les impresionaba que jugara bien al fútbol y que supiera de fútbol, el nombre de los jugadores, de los técnicos, de táctica, que opinara en voz alta. Ahora por suerte ya no está tan mal visto o no causa tanto asombro que una mujer hable de fútbol, lástima que para hacerlo por las grandes cadenas de televisión se tengan que vestir y actuar como vedettes… que se note tanto el derecho de piso que están pagando, pero quizás eso cambie con los años también.
Me arrepiento de no haber seguido jugando, mi amiga si, será porque se apellida Alonso y es una 9 neta y goleadora, a mi gustaba más jugar de 4, por el carril derecho, al mejor estilo Hernán Díaz, fiel a mi estilo de estar en todos lados al mismo tiempo.
Me gustan los equipos que atacan, me gusta Bielsa, me gusta Cappa, me gusta Carrasco, horrible lo de Mourinho, soy de las que prefiere perder atacando que ganar colgada del travesaño como le ganamos a Uruguay para clasificarnos, será porque en general creo que no correr riesgos no es vivir. Y porque el fútbol se disfruta cuando hay goles!!!
Mi compañera de la vida, por suerte, es tan fanática como yo, es hincha de Peñarol, ella fue mas consecuente y jugó “profesionalmente” (todo lo profesionalmente que puede jugar una mujer) como golera/arquera de Cerro hace unos años ya. Es muy gracioso ver como “nos peleamos” para ver quien devuelve esas pelotas que se cruzan por la calle, cuando los chiquilines juegan por ahí, o vernos algún fin de semana lluvioso buscando, más que una película, algún partido interesante en alguna parte del mundo, porque no discriminamos por país, ni por división, ni por colores, y es más, en tren de confesiones debo reconocer que la Premier Ligue de Inglaterra me puede, no hay forma de que en esos rally de zapping loco yo pase por un partido de la Premier y no me detenga en él hasta que termine.
Mi primer mundial, por desgracia, fue el del 78, yo tenia 8, y lo festejé, ¡cómo lo festejé! Uno de los recuerdos más nítidos que tengo es el asombro de ver como el blanco y negro de la tele pasaba a verse en colores y todo era blanquiceleste. Y con los años como me dolió darme cuenta lo que había detrás de ese, mi primer mundial, en mi país, con mi selección ganándolo… y con la dictadura montando el gran espectáculo y aprovechándolo. En mi casa no se hablaba de lo que pasaba por esos años, y ese descubrimiento posterior, tardío, todavía me duele.
Un mundial es de las cosas más políticamente incorrectas que debe haber, ¿eso ya lo sabemos, no? sobre todo porque exacerban una de las cuestiones que a mi entender son mas nefastas en estos momentos de la humanidad: los nacionalismos. Sin mencionar los negocios de la FIFA, ni la convivencia con los violentos, etc., etc. Ni hablar de los millones invertidos en medio de ese continente hambriento y olvidado. Ojalá la pobreza en el mundo se solucionara con no hacer un mundial, sería fantástico, pero no es real, a veces pienso que si pensáramos realmente en los seres humanos olvidados, marginados, excluidos de nuestro mundo no podríamos ni ir a un recital en la Zitarrosa (ni hablar de un megaconcierto en River), pero lo hacemos porque no se soluciona de esa forma, como el problema de África no se soluciona no viendo el mundial, la única forma de terminar con la injusticia y la desigualdad, con la pobreza y el hambre es cambiando este sistema social, económico y político que tenemos para ordenar nuestra vida como sociedad. Y en eso estamos.
Pero en los ratos libres, damos rienda suelta a las pasiones que nos agitan, y la razón se toma un descanso y entiendo que para algunos eso sea motivo de crítica, pero para otros, como para mi, una de esas pasiones es el fútbol, un rato de no pensar en el mundo y sus avatares (como una buena película, un buen cd de música, o buen libro), un rato de alegrarse, de enojarse, de gritar, de cantar, de saltar, de sentirse en comunión con el deseo de otros tantos, y por sobre todas las cosas un rato para hacer todo lo que la pasión sea capaz de hacer. 

Por eso somos mundiales.

miércoles, 2 de junio de 2010

por suerte somos otros...


por el desfiladero inclemente y reseco
avanzamos a pobres estallidos
a opacos y alunados madrugones
a otoños inhibidos por un cielo grisáceo
a veces penetramos sin querer en la fiebre
como en una falsa vacación o delirio
pero si intentamos levantar un brazo
las bisagras crujen como antiguos rencores
y sudamos blasfemias y melancolías


somos en realidad otro desconocido
un tipo más que ignora cuándo va a tocar fondo
si en el breve mayo de las hojas secas
o en el laxo febrero de nostalgia soleada
un desconocido     un pájaro que emigra
de su propio corazón        un signo
que de a poco se va desdibujando
se va olvidando de su propio trazo
un desconocido     un pañuelo blanco
que dice adiós a nadie a nadie a nadie
como si nadie hubiera para juntar recuerdos
para llegar a despedir al solo
un desconocido del que no se sabe
por qué y con quién puede aún asombrarse
un resto de naufragio          un capricho
de pedernal        miedo que esparce a veces
semillas de coraje       silencios        alaridos
sólo un desconocido           somos eso
algún remoto de nosotros mismos
un morral de prejuicios     una bomba de tiempo
que nos explota en medio
de la aleluya o del bostezo
quizá esté ahí la clave
si nos sabemos magros
y ausentes y un poco traicionados
por cautelas y pautas y grandes plataformas
y adquirimos en cómodas cuotas el dessastre
y empuñamos la angustia como un hacha de piedra
y además si en las duras transacciones
de cerebro a conciencia y viceversa
vacilamos y después vacilamos
y cuando el cielo escupe fuego y mierda
nos refugiamos bajo el mosquitero
y además si en el páramo ancho del insomnio
sobrevivimos a nuestro egoísmo
y nos desayudamos a vivir
y no reorganizamos la verdad
como un plan quinquenal o un orgasmo
cómo entonces     si estamos tan ajenos
en nuestro traje y en nuestro esqueleto
si lo que pudimos haber sido nos vela
como un guardián de mirada implacable
memorioso guardián     faro en lo abstracto
cómo entonces no cambiarnos en Otros
cómo no introducir de contrabando en ellos
las tempestades que no desatamos
los datos del amor inaccesible
los odios nobles y descomunales
ese acompañamiento del amor
que no nos atrevimos a sangrar
libres para ser Otros     ni ángel ni desángel
sólo nuestra verdad imperfecta y radiante
la verdad aventura que nunca se repite
y sin embargo puede atravesarnos
como una flecha o una ideología
y no es tarea vana
                             inventar Otros
que tienen por supuesto rasgos nuestros
textura nuestra     cicatrices nuestras
más dos o tres barbaridades llanas
y más amor que nuestro más amor
esa caricatura de nuestros imposibles
a veces nos contagia        contamina
de vida nuestros pasos malmurientes
nos da confianza júbilo certezas
sinceridad hasta decirnos basta
punto final al miedo     miedo a punto
y una noche sin mar ni pesadillas
los Otros
               esos Otros que inventamos
los Otros nos inventan     nos recrean
a su imagen y a su semejanza
nos convencen de que al fin somos Otros
y somos Otros      claro
por suerte somos Otros

Mario Benedetti