lunes, 17 de mayo de 2010

Si, soy (by Yani)


Caí en las garras del facebook porque una amiga publicó ahí sus fotos de un viaje y para verlas me invitó a la gran red social. Ya había logrado escabullirme de un par de invitaciones, así que frente a esta simplemente me rendí.

No pasaron un par de semanas y me apareció en el "muro" (esa especie de pared virtual convertida en nuevo medio de comunicación) una invitación de una compañera del secundario y comprobé en carne propia lo que todo el mundo andaba experimentando: encuentros cercanos del tercer tipo con compañeros/as del colegio. La invitación explicaba (para mi desgracia) que su iniciativa se debía al vigésimo aniversario de nuestro egresamiento de la susodicha institución... Le contesté (vía muro) que no había caído en la cuenta del aniversario y que era buena iniciativa. 

En principio parece una buena iniciativa ¿qué puede tener de malo? Hasta que una se encuentra en algún pizza bar de Buenos Aires o de cualquier lugar del mundo rodeada de 10 o 15 personas que no ve hace exactamente 20 años y con las que no tiene nada que ver... ¿o si?


Nuestro encuentro vía muro se limitó a dejar la idea del encuentro flotando en el aire y pasarnos nuestros respectivos mails, lo que suscitó nuestro encuentro cercano virtual del cuarto tipo a través del chat en el msn (que todavía existía). El ser humano podrá evolucionar mucho, tecnológicamente hablando, pero básicamente yo creo que seguimos siendo de lo más previsible que hay sobre la faz de la tierra, así que no tendrán que hacer mucho esfuerzo para imaginar nuestras primeras palabras, esta vez vía chat. 

Lo que me llamó la atención es que su imagen (mi profesor de fotografía diría que hay muchas maneras de hacer un autorretrato) en el cuadro de diálogo del msn era una preciosa foto de Madonna. La conversación siguió por donde se imaginan hasta que ella dio el gran paso y preguntó: ¿casada, separada, juntada, con hijos? y en esos dos segundos que me tomé para escribir mi respuesta en el teclado, me di cuenta de que se deciden muchas cosas en dos segundos... son dos segundos que sintetizan muchos años, muchas luchas, personales y colectivas.

"Estoy en pareja hace cuatro años con una uruguaya con la que convivo hace un tiempo ya ¿y vos? fue mi respuesta.
Yo tengo dos hijos y me acabo de separar de una mujer maravillosa después de 6 años de convivencia, contestó ella. Sonrisa vuelta carcajada abierta fue mi reacción mientras le confesaba que la foto de Madonna me había dado alguna pista (por esa cuestión tan poco exlplorada acerca de que representa un ícono para la "comunidad") y que obviamente suscitó su carcajada también, conduciendo nuestra charla virtual por carriles mucho más amables y cercanos, hasta que obviamente nos pasamos nuestros celulares para algún día ¿encontrarnos?

Cuando me preguntan (o cuando me pregunto): ¿cuando saliste del placard? ¿o cuándo hiciste tu coming out? ¿o cuándo te volviste "visible"? o como quieran llamarlo, mi sensación y mi respuesta es que es todos los días.


Todos los días estoy tomando la decisión de hacer visible mi orientación sexual porque básicamente para el común de la gente es algo que no se ve a simple vista porque no está en el menú de lo que se espera de mí. Sobre todo cuando me paro frente alguien que me pregunta si me casé o me junté o si me separé pensando que la contraparte de esos hechos en mi vida solo puede ser un hombre, porque yo soy una mujer. 

Romper todo ese preconcepto con una respuesta es todo un hecho en sí mismo. Porque por más evolucionados tecnológicamente que estemos sabemos que se sigue tomando como una contravención acostarnos con alguien de nuestro mismo sexo. Es lo inconsciente, lo aprendido, lo implícito, el código común que manejamos como sociedad.


Estamos mejor, no cabe duda, gracias a todas esas luchas personales y colectivas de tantos años. Pero en esos dos segundos que me tomo para contestar, en esos dos segundos que miro alrededor para ver si da ir de la mano con mi chica por la calle o darnos un beso en público o simplemente abrazarnos, pongo en la balanza tantas cosas... porque hay días en los que no dan ganas de que por ese simple hecho, un hecho personal, un gesto de amor, exista la posibilidad de recibir una agresión, una burla, una mirada inquisidora o descalificadora que nos quiera devolver a la vereda de lo que "debe ser" según los parámetros establecidos socialmente.

Por eso hay situaciones en las que decido no exponerme. Y a veces es entendible o no , y nos podríamos poner a discutir un buen rato, por que ese es el punto: lo que para algunos/as es "natural", cotidiano, yo diría casi automático, para otros/as es una decisión, nos lleva un paso más y por momentos la sensación es que se torna altamente cansador e injusto. Por eso la lucha es personal y colectiva, para que nuestros gestos también sean tomados por el resto como "naturales", nuestros sentimientos sean tomados como "naturales" y nuestras vidas finalmente aceptadas naturalmente para que nadie, por ejemplo, nunca más tenga que morir de un escopetazo como Natalia Gaitán, sólo por amar a otra mujer.

Porque estamos mejor y vamos ganando pequeñas y grandes batallas para hacernos visibles, para legitimarnos socialmente, pero todavía nuestra elección no deja de ser "algo que no está bien, pero viene siendo peor no aceptar", plausible de ser objeto de discriminación. Y es entonces cuando hacer una marcha del "orgullo" o actividades por el día mundial contra la homofobia, o recordar que hay un día de la Visibilidad lésbica, no tiene que ver con reivindicar al "gueto", como alguna vez escuché decir, o automarginarnos, sino más bien viene siendo todo lo contrario: es para que las próximas generaciones no tengan que tomarse esos dos segundos para responder en ninguna situación (entre otras cosas). Como diría un amigo: "queremos los mismos derechos con los mismos nombres".

Hay días en que esa misma humanidad que nos vuelve tan previsibles, nos hace también vulnerables. Por eso en mi caso personal mi "si, soy lesbiana" se hizo visible un día y se renueva todos los días después de esos dos segundos que me tomo para contestar.

martes, 4 de mayo de 2010

Extracción de la piedra de locura

La luz mala se ha avecinado y nada es cierto. Y si pienso en todo lo que leí acerca del espíritu... Cerré los ojos, vi cuerpos luminosos que giraban en la niebla, en el lugar de las ambiguas vecindades. No temas, nada te sobrevendrá, ya no hay violadores de tumbas. El silencio, el silencio siempre, las monedas de oro del sueño.

Hablo como en mí se habla. No mi voz obstinada en parecer  una voz humana sino la otra que atestigua que no he cesado de morar en el bosque.

Si vieras a la que sin ti duerme en un jardín en ruinas en la memoria. Allí yo, ebria de mil muertes, hablo de mí conmigo sólo por saber si es verdad que estoy debajo de la hierba. No sé los nombres. ¿A quién le dirás que no sabes? Te deseas otra. La otra que eres se desea otra. ¿Qué pasa en la verde alameda? Pasa que no es verde y ni siquiera hay una alameda. Y ahora juegas a ser esclava para ocultar tu corona ¿otorgada por quién?¿quién te ha ungido?¿quién te ha consagrado? El invisible pueblo de la memoria mas vieja. Perdida por propio designio, has renunciado a tu reino por las cenizas. Quien te hace doler te recuerda antiguos homenajes. No obstante, lloras funestamente y evocas tu locura y hasta quisieras extraerla de ti como si fuese una piedra, a ella, tu solo privilegio. En un muro blanco dibujas las alegorías del reposo, y es siempre una reina loca que yace bajo la luna sobre la triste hierba del viejo jardín. Pero no hables de los jardines, no hables de la luna, no hables de la rosa, no hables del mar. Habla de lo que sabes. Habla de lo que vibra en tu médula y hace luces y sombras en tu mirada, habla del dolor incesante en tus huesos, habla del vértigo, habla de tu respiración, de tu desolación, de tu traición. Es tan oscuro, tan en silencio el proceso a que me obligo. Habla del silencio...

Alejandra Pizarnik